Ámbito poético:Poéticas de la espontaneidad emotiva


 

 

Autor

Javier Aguirre Ortiz
 

 

 

Para llegar al mar

 
 

I

Hoy te he sentido dentro, Nervión, y eso es muy duro,
te he contemplado como si sobre mí viajara,
te he recorrido y comprobado: he visto
agua limpia al nacer, por la mañana,
y he visto que a tu sangre, sin que tù lo quisieras,
se iba mezclando el cieno, por la tarde;
iy los barcos, los barcos...!:
los he visto roñados por el mar,
los que como el mar fueron de playa en playa un día,
de puerto a puerto abierto,
los he visto cansados, medio muertos
-y he visto uno pequeño en un hueco sin corriente,
entre las dos orillas de Erandio y Barakaldo,
hundido, ¡como una de mis pequeñas muertes!

Te he sentido tan cerca que he creído estar viéndome,
reflejado en lo turbio de tu agua.


II

Y te veo avanzar como sin vida
y sólo por inercia
como si fueras tiempo tan sólo hacia la muerte.

Pero luego te miro y no, tu agua
no desemboca en muerte tan temprano,
se abre al mar, que no es muerte, es agua viva,
a la que quedan sal, vida en lo hondo,
arenas, costas, calas por vivir.

Ya los barcos roñados se han hundido:
ia mí me llama el puerto, Nervión, igual que a ti,
quiero limpiarme el agua, ser mar, libre por fin!


III

Ayer te sentí dentro, Nervión.
Otra vez más
se acerca la mañana.

Ayer llegué tan sólo hasta tus fábricas,
las altas torres donde el cieno humea,
los caballos roñados que ocupan tus orillas,
el hedor de los cauces que te aumentan el peso.

Hoy de nuevo es el alba.

Por el marco del Puente de Vizcaya
puedes mirar lo que delante tienes
y lo que atrás se marcha;
llevarás siempre algo de tu peso en el agua,
pero no te preocupes, tú desemboca, anda,
que el Abra se te abra.

Quién sabe lo que hacerte mar te guarda.


IV

En las mareas bajas se ve todo distinto:
se descubren las vigas débiles y enlodadas,
los esqueletos turbios, las raíces del cieno.


V

Vengo buscando el mar, quiero limpiarme
como el Nervión lo hace cuando al fin desemboca.
Quiero abrirme a la mar, y que mi cauce
estrecho, se me ensanche: quiero esparcir mi sangre,
dándome, con salado sudor, de playa en playa.


VI

Mi vida es un cauce estrecho
que quiere llegar al mar,
que es el vivir,
mar al que quiero ir derecho
para así desembocar
y ser, servir.


VII

Yo venía buscando
el mar. Ahora ya tengo el agua limpia.
Ahora
la luz me unge hasta
las últimas esquinas.


VIII

Digo que busco a Dios.
Pero luego ya no me quedan fuerzas
para buscar, y espero,
y me dejo llevar por la marea,
por la corriente, y vuelvo por el río...


IX

Es curioso el vaivén de la marea.
Y yo nunca estoy quieto.
Unas veces me salgo por el puerto
y otras veces me entro.

Es curioso el limpiarse y enturbiarse.
Y yo siempre soy mezclas.
Unas veces mi sangre se clarea
y otras veces es negra.

Es curioso que Heráclito era sabio.
Y yo siempre fluyendo.
Unas veces recién brotado fuego,
otras veces ya vuelvo.


X

La verdadera fuerza está en saberse débil,
en ser dueño consciente de la debilidad,
llevar dentro la historia de todas las caídas,
y saberlas usar,
verlas venir, saberlas, ir despiertos
para llegar al mar.

 

 

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