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Me iré preparando para cuando llegues;
estarán dispuestos rezos y vestido.
A pesar que el gesto luzca envejecido,
mi alma estará tersa, sin vanos repliegues.
No deseo amiga que conmigo juegues
y en este recodo dejo lo que he sido,
pues todo el trabajo está ya cumplido
y sólo deseo la paz que me entregues.
Muy corta es la vida por estos jardines,
semejante al ave que pronto fenece.
Nadie es inmortal, se nace y se crece
para terminar al son de violines.
Cuando tú decidas que debo marchar,
te daré la mano… dejándome alzar.
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