Ámbito poético:Vulneración del formalismo en el soneto clásico


 

 

Autor

Venezia Lesseps
 

 

 

Cuatro sonetos de amor

 
 
Y con primor elijo mi vestido   
entre la fronda oscura del armario.
Sé que te gusta el negro, pongo el blanco
y escojo unos zapatos de Moschino
 
y aroma Jean Patoux. Y de mi estilo
te hablarán tus amigos esperando
a que llegue el final de ese mercado
de vanidad, esposas y maridos.
 
Y al aguardiente amargo de mi cóctel
gotas le mezclaré  de indiferencia
y de olvido cruel.
 
Y en la bóveda mirlo de la noche
recorreré la soledad inquieta
que va de ti hasta él.
 
 
*  *  *  *
El que fuera, en lo oscuro de esa melancolía te aguarda, ese que viaja fundido con el lodo asfaltado en la diáfana bóveda acristalada de esta noche contigo, hirió tu corazón. Y tus heridas sangran un dulce vino rojo sobre las autopistas y tu dices, amor: ¿dónde vamos ahora con la pasión vacía? * * * *
Saborea la tarde todo ese vino de la culpa, verde vino entre velos de furtiva alcoba y perfume de mirto seducido. Y nace un sacramento en el secreto rincón de mi jardín, mientras estéril queda tu indiferencia como un filo de bisturí con vocación de duda. Y es cola de hipocampo o caracola mi corazón que late acompasado con la benevolencia de la melancolía. Y en el tuyo: se oye el galope de los cascos de un potro que parte hacia el olvido.
* * * *


Tu amor era tan áspero como la flor del cardamomo verde, amargo y seco como trago de absenta. Y dices: “sabes que no me gustan las endivias con queso de Roquefort”. y sigue la inclemencia por las inciertas rutas del instante y dices: “mañana iré a París, mañana iré a París” Y estudio por la tarde un jarrón chino, sueño con un amante un sueño tierno y por la noche me duele la cabeza.
 

 

 

 

Autor

Esteban Granado
 

 

 

A veces no tengo nada que decir

 
 

A  veces tengo nada que decir
y lo digo con todo en la garganta.
Son esos nombres propios de las cosas
que me inducen un débil entusiasmo.

A veces se me ocurren los silencios,
trascienden la muralla de la voz
-no salen de mi asombro
y reinciden en su noble abismo-.

Por cierto que no finge la miseria,
que los sucesos no se escandalizan
ni se ofenden las rosas.

A veces tengo un algo en el espejo,
un aire de saber lo que me digo,
una fatalidad ajetreada.

 

 

 

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