Poesía rimada
(Breve muestra de poemas con rima)


 

CANTO DE AGUA




Canto del agua de tu piel sedosa.
Dedos de aurora que en tus manos arde.
Savia que se columpia de la tarde
como pájaro azul o mariposa.

Carne que llueve estrellas temblorosa.
Agua del agua a sorbos, sobretarde,
ribera de la voz en ese alarde
que se amasa de espera, beso y rosa.

Luz que en la noche de las horas huye
como oro en polvo al aire, y toma forma
y se compone y descompone en llanto.

Sed de río hacia ti, que a ti confluye
y en tu cauce, ya dúctil, se conforma
-sueño vivo del agua- como canto.



 

MEMORIA DE TU VOZ




Guarda aún la colina un cadencioso
sabor a despedida. Renitente
vuelve grupas el sol a su doliente
estación solitaria de reposo.

Azul silencio de la luz. Fragoso
ir y venir de trenes en la mente
como el arduo rumor de un inclemente
tiempo fugaz, entre ansiedad y acoso.

Memoria de tu voz. Un eco alumbra
-fulgor de mediodía- la serena
dulcedumbre de ti. Desciende el viento,

renuente, la colina. Y se columbra
a un dios de sombra que, asolado, llena
de lámparas de aceite el firmamento.



 

PARA SOÑAR CONTIGO




Para soñar contigo bajo al valle
donde, en alas de música y acento,
siento un rumor de ti que llega, siento
como un río, llegando, por tu talle.

Quisiera detener, aunque me estalle,
el corazón cuando te trae el viento;
no sea que, al latir, mi mar sediento
sobresalte tu luz, tu voz acalle.

Mas tus ecos resuenan tan vernales,
con tanta intensidad y dulcedumbre,
que el ansia de tenerte se hace lumbre

arbolando rubores. Tan reales
que, despierto a tus ojos, voy buscando
-cómo, febril- la eternidad del cuándo.



 

SOBRE ESTOS SURCOS




Rasga el párpado el sol y, aún doliente,
perfilan amarillos la alameda
de mansedumbre arada y la vereda
que se entrega al silencio confidente.

En tanta soledad, secretamente,
como un furtivo insomne de la veda
me asomo a la quietud por ver si queda
simiente entre despojos de simiente.

Sobre estos surcos, llagas de coyunda
que en el sudor amasa la costumbre,
muele el aspa del tiempo reciedumbre.

Aquí, donde la savia fue fecunda,
por estos surcos vago estremecido,
sombra de mi fanal, sobre el olvido.



 

TIEMPO DETENIDO




Como una aparición en la tormenta
del asfalto del hoy, a las afueras,
amasando quietud sobre las eras,
sueña el azul y la humildad aventa.

En velos familiares se acrecienta
el tiempo detenido en las riberas
de la niñez del pan, las sementeras
donde bebe la parva soñolienta.

Aunque el humo se espesa por la brega
y la ausencia fabula el desacuerdo,
hoy, bajel de gavillas maniatado,

sobre el sudor del trigo de la siega,
entre el polvo amarillo del recuerdo
tiembla un olor recién resucitado.



 

LA MIES




Tendida entre las brasas del verano,
la agonía del trigo. Cobre y oro,
mansedumbre de tierra, dócil coro
de sangre seca que madura el grano.

Y tú, entre tanta muerte, soberano
de este silencio de fulgor sonoro,
errante de otra luz que fue tesoro
en la trastienda de un solar lejano.

En la desposesión de ti, la sombra
vierte escarcha en los surcos del destino,
un trigal donde el tiempo se endurece.

Mas tu pecho, ya espiga, desescombra
savias de vid y en aluvión marino
sueña el amanecer y reverdece.




 

 

 

 

 

 


 

            


 

 

 

 

 

<