Mis
raíces
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Peña La Pipa, masa rocosa que corona el nordeste de la Sierra de Arrabalde desde donde se domina el pueblo y el valle. |
El último enclave Arde un reducto todavía, acaso un reino aún, al que volver, si enciende el orto la memoria y nos asciende como una emanación sobre su paso. Fluye una tierra germinal, al raso, que aún nos llama en sangre y luz, y prende feraz el corazón que se suspende pleno de su latir bajo el ocaso. Que el viejo olor del heno en polvo y oro, los dones de la vida compartidos y aquel confín sin tiempo de la calma… traen en eco de azahar sonoro, y se enarbolan otra vez henchidos y ungen con su niñez de nuevo el alma. |
A pleno sol Reverdece la luz y, ciego, veo a ese niño jugando a los espejos que, embebido en fulgor, a tientas mira con la cara borrada. FFG Hay un lugar con un clamor profundo de tierra que me llama, y un lindero por donde aboco a oscuras a un venero de pájaros ardidos, vagabundo. Late un seno de luz, aún fecundo, que me reclama a su fulgor primero: lábil mirar aquel sobre el albero amanecido a quien despierta al mundo. Hoy vuelve a ser memoria la bandera de su fértil llamada en la ribera donde la vida es voz de lo vivido. Hoy detrás del recuerdo se entrecruza en límpida y alible escaramuza su llama manantial contra el olvido. |
Arrabalde Atalaya del Eria de alma austera, bastión en reciedumbre del camino, templo del Salvador y peregrino del Cristo de San Juan en la ribera. Por santa Bárbara la fe, y arriera sublimación de arcilla, en vega y vino, que como un manantial de lo divino desde Carpurias en solaz fluyera. Oye la sangre ayer por las alturas -ya en Las Labradas sólo luz rocosa-, cómo ilumina con su canto el mundo. Alza, Arrabalde, de tu voz a oscuras y escribe a fuego y mano laboriosa la gesta hoy de tu latir profundo. |
Recorrido parcial por la villa de Arrabalde